Una vez más las pedanías salen perjudicadas en el camino hacia el progreso. Lo que es una mejoría para el avance económico de la Región, la creación del AVE, supone una involución para los habitantes de Beniaján, Torreagüera, Los Ramos y todos los pueblos cercanos que utilizan las estructuras ferroviarias para acudir a sus lugares de estudio o trabajo.
Con el paso del tiempo, estos lugares han sufrido un destierro a la condición de "ciudades-dormitorio". La escasa distancia que les separa de Murcia ha eliminado practicamente cualquier vestigio de lugares de ocio o alternativas para la juventud. Esto no sería un problema si el transporte público que los une con la capital del Segura fuese decente, pero no es el caso. La realidad se traduce a líneas irregulares de autobuses, precios elevados, taxis que obligan a hipotecar un riñón cuando el conductor apunta el taxímetro humeante y, ahora, supresión de las líneas regionales y de cercanías que unen estos municipios con Cartagena, Murcia y Alicante.
Es comprensible que las líneas de tren desaparezcan dado el limitado cupo de pasajeros que las utilizan; lo que no tiene perdón es que la compañía no se haya tomado siquiera la molestia de notificar este hecho oficialmente a los usuarios que dependen de este medio en las localidades afectadas. ¿Esperan que nos levantemos una mañana para cumplir con nuestras obligaciones, lleguemos al apeadero y nos tiremos tres horas esperando a un tren que jamás va a llegar porque, sencillamente, ya no pasa por ahí desde el día anterior? Si usted no lee prensa, posiblemente se acabe de enterar al entrar a este blog de lo que ocurre. E incluso si la lee, no sabrá a ciencia cierta la fecha en la que se suprimirá el servicio, sólo que puede ser cualquier día entre junio y agosto. No me vale la triste excusa de patio de colegio de que nadie sabe eso aún, de que depende del progreso de la obra, porque sencillamente no me parece un argumento sólido para una compañía como Renfe ni para un proyecto de la envergadura del AVE. Además, si el corredor completo no va a estar terminado hasta dentro de unos años ¿qué necesidad hay de desviar los cercanías por Beniel y dejar a tres poblaciones sin transporte si el resto del trayecto de los cercanías hasta Alicante seguirá siendo el mismo? La respuesta la encontramos en un caso primo hermano: la línea de tranvía en Juan Carlos I, esa que no lleva a ninguna parte pero que adornó muy bien a Murcia en período de elecciones. Ambas propuestas comparten la característica del fruto de la promesa, ese que sacia el apetito de ver culminado un proyecto más grande. Las obras del AVE se retrasarán como se retrasará la implantación de todas las líneas de tranvía, pero hasta que la gente comience a darse cuenta de ello la creación del primer tramo habrá inoculado una dosis suficiente de tranquilizantes como para mantenerla satisfecha durante un tiempo.
Con el paso del tiempo, estos lugares han sufrido un destierro a la condición de "ciudades-dormitorio". La escasa distancia que les separa de Murcia ha eliminado practicamente cualquier vestigio de lugares de ocio o alternativas para la juventud. Esto no sería un problema si el transporte público que los une con la capital del Segura fuese decente, pero no es el caso. La realidad se traduce a líneas irregulares de autobuses, precios elevados, taxis que obligan a hipotecar un riñón cuando el conductor apunta el taxímetro humeante y, ahora, supresión de las líneas regionales y de cercanías que unen estos municipios con Cartagena, Murcia y Alicante.
Es comprensible que las líneas de tren desaparezcan dado el limitado cupo de pasajeros que las utilizan; lo que no tiene perdón es que la compañía no se haya tomado siquiera la molestia de notificar este hecho oficialmente a los usuarios que dependen de este medio en las localidades afectadas. ¿Esperan que nos levantemos una mañana para cumplir con nuestras obligaciones, lleguemos al apeadero y nos tiremos tres horas esperando a un tren que jamás va a llegar porque, sencillamente, ya no pasa por ahí desde el día anterior? Si usted no lee prensa, posiblemente se acabe de enterar al entrar a este blog de lo que ocurre. E incluso si la lee, no sabrá a ciencia cierta la fecha en la que se suprimirá el servicio, sólo que puede ser cualquier día entre junio y agosto. No me vale la triste excusa de patio de colegio de que nadie sabe eso aún, de que depende del progreso de la obra, porque sencillamente no me parece un argumento sólido para una compañía como Renfe ni para un proyecto de la envergadura del AVE. Además, si el corredor completo no va a estar terminado hasta dentro de unos años ¿qué necesidad hay de desviar los cercanías por Beniel y dejar a tres poblaciones sin transporte si el resto del trayecto de los cercanías hasta Alicante seguirá siendo el mismo? La respuesta la encontramos en un caso primo hermano: la línea de tranvía en Juan Carlos I, esa que no lleva a ninguna parte pero que adornó muy bien a Murcia en período de elecciones. Ambas propuestas comparten la característica del fruto de la promesa, ese que sacia el apetito de ver culminado un proyecto más grande. Las obras del AVE se retrasarán como se retrasará la implantación de todas las líneas de tranvía, pero hasta que la gente comience a darse cuenta de ello la creación del primer tramo habrá inoculado una dosis suficiente de tranquilizantes como para mantenerla satisfecha durante un tiempo.
1 comentario:
Así están las cosas. Los cambios de horario y vías y el funcionamiento de los paneles electrónicos e incluso máquinas expendedoras siempre ha dejado que desear.
No le extrañe a nadie que decidan volar el tren en la estación sin previo aviso para devastar unas cuantas vidas de los despreciados usuarios.
Bromas aparte, como siempre, todo es politiqueo (véase: zarandeo de los votantes después de haber acudido a las elecciones). Queda muy bien decir que pasará el AVE y directamente eliminar aquellas molestas paradas de pueblerinos sin voz que obligan a poner en los altavoces de los avisos de salidas "no para en... Beniaján". ¿Pero qué se han creído?
Esta peliaguda situación puede tener más de solución draconiana a una molestia para las compañías (disfrazada de excusa barata) que de decisión que forzosamente "y con el corazón apesadumbrado" tubieron que tomar.
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