Un privilegio de valor incalculable

El tren en Beniaján, Torreagüera y Los Ramos es mucho más que un servicio de transporte al uso: es un privilegio de valor incalculable que sólo ostentan unos pocos pueblos en toda la Región. Gracias a las vías podemos viajar a destinos como Lorca, Elche, Alicante o Cartagena sin tener que desplazarnos hasta Murcia. Además, son algo tan arraigado que cuesta imaginar a estas localidades sin ellas, forman parte de nuestra idiosincrasia, de nuestra identidad como pueblo. Las vías no son una barrera que parta a los pueblos en dos; son un trozo de historia, un pedazo de lo que somos. Algunos se aferran al argumento de que se “liberará” a los municipios por los que pasa el tren de tener que convivir con él a diario, y esto, a mi parecer, tendría su lógica y sería motivo de festejo, celebración y aplauso si el tren simplemente pasase por aquí. Pero ese no es el caso, aquí aún para. Años atrás lo hacía en horario normal, en la actualidad se detiene solamente seis veces al día en cada pueblo. Pero, pese a este limitación, sigue siendo algo importante para muchos habitantes de la Cordillera Sur y alrededores, que utilizan las vías para sus quehaceres diarios y ahora, con la supresión del servicio, se verán en la cuneta sin poder ir a trabajar o con sus carreras a medias. Un auténtico quebradero de cabeza que estrangulará las metas personales de más de uno y cerrará una puerta a la libertad de movimiento, a la comodidad de subirse en un tren sin tener que "salir de casa". El tren no es un obstáculo a la integridad de Beniaján, la vía no separa a barrios enemigos ni supone una traba. Todo lo contrario. El tren mantiene unido el espíritu del pueblo como una seña a los antepasados, a nuestras raíces históricas y al desarrollo económico y social; el tren da pinceladas de identidad a nuestro paisaje, ofrece un futuro a nuestros jóvenes y nos informa de la hora sin tener que mirar el reloj. Por eso no entiendo que acabar con ellas sea un motivo de festejo, celebración ni aplauso.